viernes, 28 de junio de 2013

Frio.

Las lagrimas suicidas se precipitan desde mis pestañas al abismo. Ellas también se han cansado de mi. Ni siquiera yo misma se por qué lloro, estoy temblando, tengo frío. La atmósfera se ha hecho demasiado pesada para mi y me oprime hasta reducirme a cenizas. No siento dolor, ni tristeza y mucho menos alegría, no soy capaz de sentir nada, solo frío. Ya no soy capaz de oír las voces de aquellos que viven en ese mundo de color de rosas que yo no puedo ver, no les oigo cuando se quejan de sus bonitas vidas, ni cuando ríen a carcajadas, para mi todo es lo mismo: ruido.
La lluvia ácida que hace enrojecer mis ojos frena de repente, ya ha pasado, se acabó, mi mente ha decidido desconectar de nuevo, sin consultarme primero. Creo que ya me estoy acostumbrando a esto, por un momento todo a mi alrededor cesa y cuando pienso que por fin puedo relajarme y sonreír mi cabeza vuelve a su sito y el frió vuelve a mi cuerpo como si se tratase de los más desesperados amantes. Quiero gritar pero mi desgarrada garganta me lo niega, si no consigo gritar, si no consigo oírme, no sabré si en verdad sigo aquí, no estaré segura de mi propia existencia, siento que voy a desaparecer. Lo vuelvo a intentar y otro grito ahogado martillea mi mente. Silencio, demasiado. No aguanto el silencio, tampoco el ruido, hace mucho que empecé a odiarlo todo, empezando por mi misma.
Veo gente alrededor, intento hablarles, hacerles alguna señal para que se den cuenta de que estoy desapareciendo poco a poco entre todas sus mentiras y preocupaciones, pero creo que para ellos ya no existo, no estoy ahí. Solo soy un desperdicio de espacio, pronto ni siquiera eso. Solo el frío, solo él permanecerá siempre a mi lado, sin abandonarme ni pedirme explicaciones,alimentando mis lágrimas vacias. Porque para mí al final lo único que queda es eso, solo frío.

jueves, 27 de junio de 2013

Te conozco y ese es el motivo de que llames a mi puerta.

Abro la puerta y me encuentro con su dura mirada. A pesar de que su apariencia es fría y malhumorada yo sé que está mal, sé que esta llorando aunque ninguna lágrima caiga por su marcado rostro, su sufrimiento es mayor que lo que cualquiera pudiese imaginar.
Una niña que nunca lloró.
Me grita todo lo fuerte que puede con toda su rabia. No me afecta, sé que en realidad me agradece que la haya abierto la puerta a estas horas de la noche. Le invito a entrar sin contestar a su infantil provocación, recorremos el pasillo en silencio y nos sentamos en el sillón. Después de un rato en silencio le miro, su expresión ya ha cambiado, ahora muestra su frustración y pena, bueno, sólo un poco pero yo puedo notarlo. Sonrio. Su mirada infantil no combina para nada con su triste historia. Realmente nunca fue una niña, pero por eso precisamente nunca alcanzará la edad adulta, pues jamás superará su niñez. Sé da cuenta de que la observo y me vuelve a dirigir una gélida mirada con sus profundos ojos negros. Esos ojos...
Me fijo en que es una noche bastante fría así que cojo unas mantas y sé las pongo encima. La pregunto si quiere hablar, como siempre, su respuesta es negativa. Pasan las horas y ella sé duerme, ni siquiera entonces parece estar en paz. Una noche más ella sólo quería compañía. La observo con ternura hasta caer rendido, cuando despierte ella ya sé habrá ido.
Espero que mañana no llegue llorando, espero que sé quede hasta la mañana y espero que algún día me vuelva a mostrar su verdadera sonrisa, su preciosa sonrisa.